lunes, 19 de diciembre de 2011

Desde que te marchaste.

"Desde que te marchaste ni el vino sabe a vino, ni las rosas huelen a rosas, ni el sol brilla con la misma alegría sobre los tejados.
Los pájaros cantan, cantan canciones tristes al otro lado de mi ventana y sobre el cielo de mi vida hay nubes grises que huelen a lluvia.
Desde que te marchaste, la ciudad parece otra.
Como una sombra de mi mismo, vago por las calles llenas de gente, me siento en el banco de una plaza, me detengo ante un escaparate, entro en un bar y allí está ese fantasma tuyo, que es tu recuerdo. Llenándolo todo, interponiéndose entre mis ojos y las cosas.
Sin ti la ciudad no está vacia, sino llena de algo tuyo, que sin embargo no eres tú.
Algo que no se puede besar, algo que no se puede abrazar, que no se puede tocar, que acompaña, pero que no da calor.
Llego a mi casa, y me encuentro con tu recuerdo por todas partes. Una toalla me devuelve una imagen tuya, recién salida del baño con el pelo mojado. Una taza me recuerda a tus suaves y amorosas manos. Mi cama me recuerda tu cuerpo, moreno y desnudo, cálido como una promesa de amor cumplida. Huelo mis camisas para ver si alguna conserva tu olor, y escucho el eco de tu risa persiguiendome por los pasillos.
Sin ti nada es igual, las horas pasan lentas como si el tiempo tampoco tuviera donde ir, como si al tiempo tampoco lo esperara nadie.
El humo de mi cigarrillo intenta dibujar tu rostro y mis manos se duermen aburridas en mis bolsillos porque no tienen con quien jugar.
Sin ti vivo en mi rodeado de ausencia y de soledad, porque todo eso le daria ausencia cuando tú no estás.
Sin ti el único consuelo que me queda es subir cada noche a esta colina para buscarte, para pedirte... que vuelvas."

Jesús Quintero.

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